martes, 31 de agosto de 2010

DE BODA

No se puede decir que faltara imaginación al acontecimiento. Ni que tan bello entorno de retorcidos olivos y vieja Ermita, pudiera restarle hermosura a unos novios en ceremonia de boda. Delante de un altar improvisado bajo el arco de la puerta del lugar santo, lucía esplendorosa el vestido blanco en el cuerpo esbelto de la novia, contrastando con el traje negro del novio. Sacerdote oficiante, padrinos, fotógrafos y público asistente, sentados bajo la sombra de los olivos aquella tarde de finales del mes de agosto. Sonaban los acordes de la música del momento, retumba el eco del ¡SI, QUIERO! y el ¡YO OS DECLARO MARIDO Y MUJER!…del oficiante. En ese momento besaba el sol la tierra de los barbechos y se colaba hasta el lugar de la ceremonia, y no faltaron algunos pájaros que con sus cantos parecía que quisieran testimoniar su felicitación por el feliz enlace. Todo muy rústico, pero muy hermoso, a un tiempo.

Fue una boda de película, como diría mi amigo Alejandro. Pantalla de televisión mostraban fotos de los novios en otros tiempos. Y se les recibió con música y fuegos artificiales en la explanada de un impresionante, bien restaurado e iluminado Castillo, donde tuvo lugar el banquete. Banquete de reyes. Degustación de excelentes vinos, jamón, embutidos, quesos y toda clase de exquisiteces. Para finalizar, ya de madrugada, con champán y tarta nupcial.

Fui testigo de excepción en la boda de la hija de un pariente muy cercano. Se celebró lejos de nuestra localidad, por lo que fuimos hospedados en un hotel de muchas estrellas. Fui, con toda mi familia, un invitado especial. Sin embargo, un narrado más bien flojo para tan gran acontecimiento.

domingo, 29 de agosto de 2010

DUELO A MUERTE





Brillaban las luces de las farolas en los charcos de la calle tapizada de adoquines y cemento. Las estrellas apartan las nubes, y miran, con curiosidad y tristeza, al hombre que camina tropezando, agarrándose a las paredes, árboles, señales de tráfico, farolas…A todo lo que puede mantenerle de pie. Se para un momento sin soltar el apoyo, y da unos pasos tambaleándose y zigzagueando por toda la acera. Se le nota que desea más que nada andar derecho, pero, imposible conseguirlo. Las piernas no le sostienen, tampoco consigue mantener el equilibrio. De vez en cuando cae, y a duras penas, se incorpora. Levanta los ojos al cielo como implorando ayuda, pero el cielo le castiga azotándole la cara con frías y despectivas gotas de lluvia. Es consciente de su situación de una forma anárquica. No controla los pensamientos, ni las palabras, ni los músculos, ni nada. Desea pensar y hasta sentirse culpable, y hacer promesas, promesas como todas las que había hecho, sin llegar a cumplirlas. Sin embargo, deseaba que una fuese definitiva. Ya no le creían ni familia ni amigos. No le tomaban en serio, ni confiaban en sus buenas intenciones.

Dio un traspié y cayó de bruces en un charco. Con voz estropajosa dijo algo, que apenas se convirtió en sonido. Quiso gritar pidiendo auxilio. Quiso pedí perdón a su familia, a la sociedad y al mundo, pero los deseos, no eran nada más que eso, deseos que no lograban salir de sus labios. Y poco a poco se fueron convirtiendo en llanto, cuyas lágrimas se mezclaron con el agua del charco. Luego nada. Nada más que la negra noche, la lluvia y algún noctámbulo que para evitar problemas, aligeraba el paso. Y allá arriba, las nubes y las estrellas, mirando con una sonrisa, entre burlona y amarga, de que forma tan miserable el hombre precipitaba su destino.

Ni siquiera la noticia, que se oyó al día siguiente, fue respetuosa con él y con su muerte.

viernes, 27 de agosto de 2010

DON BENITO. Antes y después

Al fondo, calle Ramón y Cajal. En la foto en blanco y negro, a la izquierda, Colegio Santo Ángel .
La primera imagen es de los años 70, y la segunda, de 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

ENTRE DOS FUEGOS


La noche oscura era la mejor aliada de aquel aprendiz de espía. La palabra más acertada para una misión de escucha en una guerra extraña, con alambrada, campo de minas y latas atadas para que hiciesen ruidos si se acercaba el enemigo, esos enemigos feos y malos que hay en todas las guerras. Y también estaban los soldados, los centinelas, los cañones, los fusiles y las bombas. Y, entre la alambrada y el enemigo, agazapado en cualquier agujero de la tierra y envuelto en una manta, se encontraba ese espía especial, llamado escucha. Su equipo de transmisiones era una cuerda atada a la muñeca, cuyo extremo lo tenía el centinela en el puesto de guardia. Mediante tironcitos se transmitían las noticias, y en el caso extremo que descubriesen y matasen al escucha, intentar recuperar su cadáver arrastrándolo con la cuerda

Esa misión, aunque peligrosa, solía ser tranquila. Todo el trabajo consistía en permanecer quieto con la vista y el oído muy atentos. Antes de amanecer se regresaba pasando por un agujero practicado en la alambrada.

No todas las noches de tiroteo era porque nos atacase el enemigo, era porque algún centinela se aburría y pegaba los primeros tiros, motivo más que suficiente para que todos participásemos en el fregado, y cada cual tiraba con lo tenía más a manos. Era muy difícil saber que participación tenía el enemigo en el tiroteo, si es que tenía alguna.

Quizás, más o menos, fuese lo que me ocurrió aquella noche. Estaba yo tendido en el suelo envuelto en mi manta, confundido con la oscuridad y el silencio, con el oído puesto en cualquier ruido que pudiera producirse. De pronto sonó el trallazo seco de un tiro, al que siguieron otros y otros más, y explosiones de bombas. La noche quedó rota, como si fuese el principio del fin del juicio final. Por encima de mi silbaban las balas, y la tierra se estremecía con cada una de las explosiones. Me arrastré a un lado buscando un lugar más seguro. Con mi movimiento se le escapó la cuerda al centinela que la sujetaba, y entró en la zona donde estaban las latas, haciendo un ruido infernal cuando las tocaba la cuerda. Inmediatamente todos los tiros fueron en aquella dirección. Me refugié detrás de un montón de piedras,
llegando a la conclusión que yo era blanco de los míos y de los otros. Así amaneció y entonces puede ver que me encontraba en el campo de minas. Por el miedo, dejé de respirar y de moverme, sólo se notaba que estaba vivo por el sudor de mi frente. Cuando me recuperé un poco del susto empecé a pensar como salir del atalladero, salvando el pellejo. Asomar la cabeza o ponerme de pie para que me vieran mis compañeros, lo descarté por peligroso. Y, la verdad, no había muchas soluciones para elegir, teniendo en cuenta que me encontraba en mitad de un campo de minas. Ya había tenido suerte de llegar hasta allí sin saltar por los aires, para salir, más que suerte, necesitaba ayuda. Se me ocurrió una idea, aunque estaba seguro que serviría de pitorreo. Lo único blanco que llevaba eran los calzoncillos. Me los quite como pude, sin moverme mucho. Sin apenas sacar los brazos, los extendí encina de las piedras, y me puse a rezar porque un compañero los viera, y reconociera unos calzoncillos usado por los soldados del ejército español. Con eso y la noticia de la desaparición de un soldado, puede que la suerte me diera otra oportunidad para seguir respirando.

Y me la dio Aquella noche salvé la vida muchas veces, tantas como veces temí que la perdería. Con la duda en el ánimo de si estaba vivo o muerto, fui rescatado por mis compañeros.

Esta es una de esas insignificantes historias de guerra. Insignificante, porque son las que viven los soldados y no los generales.

lunes, 23 de agosto de 2010

DON BENITO. Calles, Plazas y Parques

ARROYAZO. En esta calle predominan las Entidades Bancarias. En la actualidad hay sobre siete Banco y Cajas de Ahorros.

viernes, 20 de agosto de 2010

FORASTEROS EN SUS PUEBLOS

Por aquí se les llamaba, de forma cariñosa y un poco de pitorreo, encargados a las personas que trabajaban fuera y en vacaciones visitaban sus pueblos. Cuando se les pregunta por el trabajo, todos decían ser encargados de algo. Ellos no lo creían, la gente tampoco, pero, todos felices. Y es que los pueblos se llenaban de visitantes parientes y amigos durante algún mes de verano para celebrar ferias veraniegas o fiestas navideñas. Reinaba la alegría, corría el dinero, se repartían abrazos, saludos y regalos, y se contaban asombrosas historias de la vida de otros países o de ciudades del nuestro. Eran días que los negocios se convertían de ruinosos a prósperos. Los bares acogían a los antiguos parroquianos rodeados de sus nuevos amigos, conocidos de siempre. Las madres se paseaban por la calle orgullosa del brazo de aquel hijo que trabajaba fuera, las esposas, los hijos...Todos pasaban días contentos.

Pasaron los años y las visitas se fueron espaciando en el tiempo. Los parientes más cercanos se fueron muriendo. Ya no se tenía el refugio de la casa de los padres, y los parientes ya no aguantaban incomodidades. Por otra parte, todos esos trabajadores habían montado sus vidas donde se encontraban, creando familias y contrayendo obligaciones. Y ya, unos desaparecidos, otros enfermos y viejos, dejaron de visitar sus pueblos, donde empezaron a sentirse forasteros y extraños, aunque siempre tendrán raíces donde nacieron, jugaron de niños y, quizás, donde tuvieron sus primeros amores, sin embargo, se puede pensar que las raíces si no se riegan, se secan.

Los pueblos empezaron a quedarse solos. Sus hijos dejaron de acudir a las fiestas patronales, y los que venían ya no tenían encuentros tan efusivos con los paisanos. Todos han cambiado, los de fuera y los de dentro. Quedaron los de siempre, la mayoría viejos y algunos jóvenes sin aspiraciones. Y hasta las autovías, ese signo de progreso, fue alejando de su camino pueblos con historia y belleza, situándolos como una mancha, perdidos allá en el paisaje.

Condenados a ser ignorados irán desapareciendo, mientras lejos, muy lejos habrá quien sueñe con el esplendor de otro tiempo.

jueves, 19 de agosto de 2010

RAFAEL ALBERTI

RAFAEL ALBERTI. En un momento de la visita que hizo el poeta a Don Benito en el año 1977.

miércoles, 18 de agosto de 2010

DE REGRESO

Una vez más, he cumplido mí promesa de estar aquí en el tiempo previsto. En verano no es fácil cumplir promesas, porque con el calor y las fiestas se van al diablo las buenas intenciones.

He pasado unos días en un pueblo donde se celebraban las Fiestas Patronales.

Se intenta mantener las tradiciones a toda costa, pero las fiestas, que conocemos de antes, van languideciendo poco a poco. La gente se divierte de otra manera. Ahora, entre otras formas de diversión, están los cacharritos de siempre, el botellón para los jóvenes y la Caseta Municipal para los viejos. Si hay otras formas de pasarlo bien, desde luego, no son para viejos.

Soy yo quién ha cambiado. No se puede montar una juerga con refrescos y patatas fritas. Y mucho menos, pensando en las recomendaciones de los médicos.

Lo cierto es que no esta uno para muchos trotes, y, sin embargo, estoy contento, porque pienso que ya vendrán tiempos peores. Todavía, este verano me he divertido, a mi manera, claro.

Y el calor no me ha discriminado, he sufrido el mismo que todos mis paisanos.

Espero normalizar mis entradas en el blog, aunque todavía tendré alguna pequeña ausencia, además de los imprevistos por enfermedad u otras causas ajenas a mí voluntad

jueves, 12 de agosto de 2010

POLÍTICOS POR TRADICIÓN FAMILIAR

En política algún miembro de la familia tiene que ser el primero, después acaba convirtiéndose en tradición familiar, y los hijos y nietos de los que mandaban ayer son los que mandan hoy, y sus descendientes mandarán mañana. No importa el color político de la bandera donde militen, no importa si es dictadura o democracia, siempre tendrán motivos y palabras para justificar su presencia y la de sus parientes en la vida pública. Y si hay que cambia de bando para seguir mandando, pues se cambia, siempre podrán decir que el país necesita de su sacrificio. Nosotros agradecidos y ellos contentos. No debemos ser mal pensados y apreciar el sacrificio, pues, dicen, todo lo hacen por el bien del pueblo.
Si un día nos enteramos que un político ha sido un mal chico, no seamos demasiado duro en nuestro juicio, porque no es un delincuente, sólo es un presunto. Aunque el delito se demuestre y lo condenen los jueces, le saldrán legiones de partidarios y defensores a ultranza identificándose, con lo que llamarán, pequeño desliz. Los defensores del castigo pronto olvidarán el caso para centrarse en otro más vistoso y más grandes.
La verdad que los políticos están bastante desacreditados, puede que haya motivos, puede que sean motivos exagerados, pero no se puede negar la evidencia, sin olvidar, claro, que están sometidos a una gran vigilancia pública. Puestos en una balanza se ven más defectos que virtudes, sin embargo, todo es muy subjetivo, la verdad nunca es completa.
Para resumir, diré que yo soy más de obedecer leyes y pagar impuestos, que de hacerlas y de vivir de los presupuestos del Estado, Comunidad o Ayuntamiento.


Me despido hasta el próximo miércoles. He de salir de viaje.

miércoles, 11 de agosto de 2010

NO ESTOY TRISTE

No estoy triste, no estoy deprimido, ni tampoco amargado. Estoy desesperado, ese sentimiento de impotencia que se empeña en vencerme enfrentándose a esos otros de rebeldía y soberbia. Sí, soy rebelde y soberbio, y sin embargo, también yo necesito desahogarme gritando toda mi rabia con palabras escritas con letras de lágrimas. No siento pena, no me doy lástima. Solamente estoy desesperado buscando una salida que no existe, porque son puertas que cuando se cierran ya no se abren. Quiero estar loco y cuerdo a un tiempo, pienso que la locura alivia el sufrimiento, pero deseo seguir cuerdo para continuar viviendo, porque hasta el dolor es vida. En la comedia de la vida sólo hay una representación, con personajes únicos, es el no de las oportunidades. Y si al menos tuviésemos un cuerpo que funcionase hasta el final del trayecto, pero la enfermedad esta al acecho de la felicidad del ser humano, y entonces empieza el calvario. El querer y no poder, el desear y no tener, la lucha de las limitaciones, la compasión de quienes te rodean y la amarga sensación que eres un inútil y una carga. No siempre cierto, sin embargo, el enfermo, la tiene, y por mucho que lo intente, no puede evitar esos o parecidos pensamientos.
Soy feliz cuando duermo, mis problemas empiezan cuando despierto, que es el momento en el que comienzo a mover el esqueleto. A pesar de las dificultades, me visto solo, y por lo bajo suelto algún taco, mientras me voy colocando prendas y contándome sueños locos para la jornada. Y es entonces cuando aparece mi cabreo, con el intento de poner en práctica los proyectos que mi temblor desbarata. Porque estoy electrificado, con los cables pelados haciendo cortocircuitos, y puede, que hasta con algunos fusibles fundidos. Es lógico que más que un neurólogo necesite un electricista. Me sirve de alivio ponerle al enfado paños de humor negro. ¿Qué puedo hacer, si no hay cura ni remedios? Por raro que parezca hay muchas enfermedades para las que no existe tratamientos, que sólo se curan con la muerte, y como la vida es tan amables, preferimos seguir enfermos.
Se como se hacen las cosas, sé como se resuelven problemas, pero cuando lo intento no puedo ni pasar las páginas de un libro, pese a todo, peor o mejor, en más o menos tiempo, acabo haciendo la mayoría de las cosas, y eso me anima a seguir, al menos, intentándolo. Mi dignidad esta ligada a mi autosuficiencia. El tiempo no cuenta, lo que una persona sin dificultades hace en una hora yo necesito medio día.
Repito, no soy un triste ni un amargado, ni me siento acomplejado paseando en mi descapotable. Voy por el mundo orgulloso de mi estampa y de quien soy. Mi lema es respetar a las personas y no atender comentarios y críticas. Hasta mi sombra huye molesta porque no le hago caso. Y a pesar de todo lo dicho, estoy desesperado, mucho tengo que estarlo para venir a contárselo a la pantalla del ordenador, amparándome en el anonimato para hacérselo llegar a mis misteriosos amigos. Seguro que serán compresivos y tolerantes por mi debilidad en el desahogo. Es imposible vivir sin comunicarse, sin compartir lo que nos va ahogando. A mi sólo me queda la palabra escrita, y por poco tiempo. La parte oral la tengo bastante deteriorada, vaya, no esta para muchos discursos. Siempre he disfrutado con una conversación o un buen debate, pero, ya ni siquiera le puedo leer el periódico a mi amigo el ciego. Y no obstante, mi mente cada día esta más lúcida, con lo que soy consciente de cual es mi realidad hoy y cual será mañana. Soy la persona que se esta ahogando y sigue nadando para mantenerse a flote. Se dice que no te quejes, porque hay muchas personas peor que tú. De verdad, eso no me consuela. Es sufrimiento y no quisiera que ninguna persona lo padezca, ni que pongan, comparándolas, las enfermedades como ejemplo. Cada uno tiene que aguantar la que le ha tocado en la tómbola de la fatalidad. No podemos cambiar la suerte que el destino nos ha asignado.

martes, 10 de agosto de 2010

DON BENITO. Calles, Plazas y Parques

PLAZA DE ESPAÑA. Situada en el centro de la ciudad.

A partir de hoy, y mientras mi discapacidad no me lo impida, iré publicando algunas fotos de calles, plazas y parques del Don Benito actual. No hay ninguna intención oculta, ni beneficios económicos, sólo dar a conocer este gran pueblo convertido en moderna ciudad, centro comercial de las Vegas Altas, y con el
empuje necesario para competir, sobre cualquier aspecto, en toda Extremadura.

Las fotos no serán otra cosa que un documento gráfico, que al estar hechas desde una silla de ruedas, no tienen pretensiones de obras de arte, ni siquiera, de conseguir una buena perspectiva o calidad técnica.


Publicaré una por semana sobre los temas anunciados, y de forma aleatoria.

lunes, 9 de agosto de 2010

EL ADIÓS DE UNA MADRE

¡Cómo no recordar aquellas madrugadas de un verano del mes de agosto! Olvidarlo sería olvidar a aquella viejecita menuda dulce y triste que con el alba me vitaba cada mañana. Vestía de luto, y las canas de su cabeza las cubría con un pañuelo negro. Se acercaba con sus pasitos cortos y suaves cuando el cielo iba cambiando de tonalidad, pero que todavía se reflejaban las luces de Cádiz sobre el mar en calma, visto desde la muralla. Muralla donde se apoyaba con la vista fija allá en el horizonte, el punto donde el mar se confunde con el cielo. Y así en silencio permanecíamos mucho rato. En algún momento se agitaba, y después de un suspiro, señala allá a la lejanía del mar musitando que su hijo iba en aquel barco que, poco a poco, se iba alejando. Y levantaba el brazo en un gesto de despedida. Era el momento que sujetaba mí brazo, como para asegurarse que había alguien que participaba de su angustia. Con palabras sueltas me contaba que su hijo se iba a América en aquel barco que se alejaba. Yo ponía el corazón y los cinco sentidos por ver aquel barco, pero jamás lo vi. La anciana, sin embargo, musitaba hasta los más pequeños detalles.

Una joven venía a por la anciana. Siempre me decían algo en señar de despedida. Y yo seguía mi guardia en una puerta del Cuartel de Artillería de Costas. No podía evitar mirar al mar buscando el barco de mi amiga. Un día pregunté algo a la joven y me dijo que hacía treinta años un hijo de la señora había marchado a América, pero que murió antes de llegar a su destino. Y la madre llevaba todo ese tiempo diciéndole adiós desde la muralla.

sábado, 7 de agosto de 2010

DON BENITO. Antes y después

Cuarenta años son los que separan estas dos fotos, y en ese tiempo ha cambiado el nombre de Parque Municipal por el de Tierno Galván, que es el nombre que tiene hoy.

viernes, 6 de agosto de 2010

LAS REGLAS

¿Qué sería el mundo si viviésemos sin reglas? Aún así, la vida es un caos. Hay personas poco obedientes, y las normas les importan poco. Sin embargo, sólo se pueden romper algunas, desde luego, no todas. Como seres domesticados que somos, hay reglas para todo, y que son las que condicionan nuestra vida y las que marcan nuestro comportamiento en un mundo civilizado. Es la segunda piel, a la que se le van añadiendo y cambiando capas a lo largo de la vida. Cambian las costumbres, se muda de capa.

Apenas hemos visto la luz de la vida empieza el aprendizaje de las reglas. Las hay de toda clase y categorías: de costumbres y modas, de educación y urbanidad, de aprendizaje y preparación, de deberes y comportamientos…Que son esas cosas que tenemos que ser y que se espera de nosotros. Lo que pasa que se exagera un poco, no dejando nada al azar. Pues se nos dice hasta como se ha de sonreír, como no se ha de pensar, que es conveniente comer, que es malo fumar y peor emborracharse, como mirar a una mujer y como a su padre, si ha de gustarte el fútbol o los toros. Podría seguir con la retahíla, pero tendría que continuar con las prohibiciones, y ya con eso, la lista sería interminable.

La mejor forma de tener controlado el animal que llevamos dentro, es enterrarnos en normas y reglas. Y todavía se puede dar otra vuelta de tuercas, metiéndole un policía en la cabeza, que le amenace con mandarle al infierno, directo, si se le ocurre tener un mal pensamiento.

¡Viva la libertad! Esa gran desconocida.

miércoles, 4 de agosto de 2010

LA BANDA DE MÚSICA


Aquel pueblo no quería ser menos que otros más importantes, y cuando llegaba la Feria organizaban todas clases de festejos. Unos eran los tradicionales y otros, los copiados en cualquier parte o los que imponía la moda, con el permiso de las autoridades.
Se empezaba siempre recorriendo el pueblo con burros y mulas recogiendo el regalo de los vecinos, consistente en productos del campo: trigo, cebada, melones, sandias, ajos, calabazas…; y productos de corral: como huevos, gallos, gallinas…Y todo ello para subastarlo en un ramo.
La comitiva iba encabezada por una banda de música. Todos vestidos de azul con gorras de plato. Cansados del viaje en carros tirados por mulas, desde una localidad más importante a 14 kilómetros. Al principio iban en ordenada formación tocando los pitos y las trompetas, después se iban quedando rezagados, probando el vino que los vecinos le daban en vasos grandes en las puertas de las casas. y al final del recorrido habían desaparecido y con ellos la música.
Una hora después iban apareciendo músicos. Uno asomaba por una esquina tambaleándose y arrastrando la chaqueta y rodeado de niños; por otro lado aparecía otro, con la gorra en la cabeza de algún niño y la trompeta en las manos de otro, y así, de esta guisa iban apareciendo todos. Y empezaba el baile en la plaza. Mientras unos músicos tocaban tachin, tachín, los otros se iban durmiendo.
Los vecinos parecían muy contentos, y hasta decían entre ellos: ¡otro año que hemos emborrachado a la banda! Con lo cual era fácil pensar que aquello formaba parte de los festejos.
Aquellos heroicos músicos se pasaban tres días tocando y durmiendo, a ratos, en la plaza del pueblo. Al cabo de los cueles, volvían a montar en los carros, y, bajo un chirriante sol de verano, regresaban a su pueblo.
Magnificados recuerdos de la niñez.

lunes, 2 de agosto de 2010

LOS VIEJOS


Mientras las personas mayores estén de buen uso y tengan nietos pequeños estarán libres de ir a una Residencia, después ya es fácil que el destino final de sus vidas sea ese. O como un trasto inservible y sin ningún valor, se lo queden olvidado en un hospital o una gasolinera. Puede más la comodidad que los sentimientos. Porque no es siempre por necesidad por lo que se deshacen de los viejos.


Los hijos entran en negociaciones, y entre derechos y obligaciones, ninguno quiere quedarse a los padres. Unos alegan razones de trabajo, otros razones de espacio en la vivienda y otros pasan olímpicamente del tema, y si hay bienes, procuran heredar antes de tiempo. Proponen muchas soluciones a espalda de los ancianos, hasta que, aún queriéndolos mucho, los sacan de sus vidas.

Esta es historia que se repite, y mucho más se repetirá en generaciones venideras. Deshumanizados tiempos de cariños achacosos y atrofiados remordimientos de conciencias.

¿Qué hacemos con los viejos? Lo que hagáis con ellos, harán con vosotros.

domingo, 1 de agosto de 2010

DON BENITO. Antes y después


Al fondo, Avenida de la Constitución, y a la derecha de la foto en blanco y negro, el antiguo Cuartel de la Guardia Civil.
Imágenes de principio de los años 70 y de 2010.