lunes, 31 de agosto de 2009

COCHE ENCIMA DE LA ACERA.

Desde la silla de ruedas.



Y al final de la curva que hace la calle, un coche encima de la acera. ¿Qué hace quién va en silla de ruedas? Bajar no puede, el bordillo es muy alto; dar la vuelta, no, porque la acera es muy estrecha. Sólo le queda esperar que le ayuden, y mientras espera pensará: “si todos cumplieran con las reglas, yo no necesitaría ayuda”

domingo, 30 de agosto de 2009

GRAN CANARIA.

Estuve ingresado en Hospital Militar de las Palmas de Gran Canaria, evacuado de Sidi Ifni. Los primeros días los pasé tendido en una colchoneta, en el suelo del salón que habían habilitado como sala para los enfermos que iban llegando de Ifni y el Sahara. El salón se encontraba rebosando de soldados heridos o enfermos. De cuando en cuando pasaba un médico o enfermero, aplicaban un calmante y desaparecían. Al cabo de unos días se normalizó la situación, nos instalaron como buenamente pudieron, repartiéndonos por todo el Hospital. No curaban nada, te guardaban en depósito hasta que podían deshacerse de ti. Allí, o estabas herido o tenías reuma, y los reumáticos tenían todos el mismo tratamiento.
En una ocasión hablamos por teléfono para la radio bajo la vigilancia de algunos oficiales, que nos indicaban lo que podíamos decir. Fue muy divertido, todos contamos lo mismo, todo era bueno, bonito y los jefes nos querían mucho. En ningún sitio hubo guerra, sólo fue una bronca, y los soldados morían de risa, por lo divertido que era todo aquello. La censura no existía, si las cartas se perdían, la culpa era de correos.
Cuando salí del Hospital me instalé en el Cuartel de Transeúnte Militar, posada para los soldadoas de paso. Me dieron un trozo de manta, y el lugar en el suelo que quisiera para dormir. Lentejas recalentadas en casi todas las comidas, y paseos, muchos paseos, como si hubiera digestión que hacer. De los huéspedes diré que los había de muchos Cuerpos del Ejército, aunque la mayoría procedían del África Occidental Española. Muchos Legionarios y muchos miembros del Batallón Disciplinario, algunos ya viejos, participantes en la Guerra Civil. No eran malos chicos, eran, en muchos casos, lo que las guerras habían hechos de ellos, héroes de la supervivencia, mártires de la sinrazón. Guerras ganadas o perdidas, desatinos humanos.
Nos encontrábamos en cola delante de la oficina donde el Cabo Furriel repartía el pan. De pronto sonó un tiro dentro de la oficina, nos lanzamos en tropel a la puerta, y cuando quedó abierta, se ofreció a nuestros ojos el espectáculo del Furriel tirado en el suelo del pasillo, en un gran charco de sangre y un fúsil a su lado. ¿Porqué? ¿ Qué había pasado por su cabeza? Así, ya nunca podría solucionar sus problemas.
Muchas cosas vividas, algunas para contar, otras, para callar, porque no siempre la realidad coincide con el recuerdo. Y cuando se trata de informe oficiales, no ocurrió lo que vistes, sino lo dicen los papeles.
15 ó 20 días después embarqué en el Plus Ultra con rumbo a Cádiz. Viajé con un pasaporte militar y 9 pesetas, del llamado socorro, para comer durante la travesía. En 3 ó 4 días me encontré en la Península, en el mismo puerto que me vio partir hacía un ignorado, para mí, destino. ¡Qué diferente la marcha al regreso! Marché con la incertidumbre de lo desconocido, y al mismo tiempo la ilusión de la aventura y lo nuevo, y regresé con el cuerpo vencido y el alma llena de heridas, envejecido y la vida rota. Sin embargo, la aventura continua, fin de un capítulo y principio de otro.

sábado, 29 de agosto de 2009

LAGO.







Desde la silla de ruedas.
Pateando el lago después de una tormenta.

viernes, 28 de agosto de 2009

MILAGRO CON LA VARITA MÁGICA.

Me gustaría tener una varita mágica para ir corrigiendo las distracciones del Creador, porque distracciones o despistes tienen que ser, si no ya me dirán que valor positivo tiene para un ser humano la enfermedad, la tara de nacimiento o las consecuencias de accidentes. Puede que tenga sus razones para no enmendar los errores, pero por lo mismo que Él me hizo como soy, puedo estar en desacuerdo con esas razones, y lo estoy, y lo estaré y en tanto no me de el suficiente capacidad para comprender el porqué de tanto sufrimientos, no podré dejar de pensar en lo inútil de tanto dolor. Habrá quien diga, no muy convencido, que el sufrimiento nos acerca más a la verdad, ¿a qué verdad? Una verdad hipotética, la del misterio, la de esa fe que nos obliga a creer en lo que no se ve. Quisiera creer en esa fe, pero no puedo, creo en el innecesario sufrimiento humano, que es lo que veo, que es lo que siento, mi inteligencia y mi razón, no llegan más allá. Los ojos del entendimiento se aturden con palabras de consuelo, de resignación, de darse por vencido, al tiempo que se insiste con total convencimiento del gran poder del Ser que lo puede todo, lo domina todo, lo controla todo, y, sin embargo, consiente todas las calamidades que azotan a la humanidad. Y yo mismo, a falta de varita mágica, utilizo la única arma que tengo, la palabra de ánimo y de consuelo, y no puedo hacer otra cosa que gritar con mis palabras, toda la impotencia y rabia que me oprime el corazón.
Quiero creer, necesito creer. ¡Estamos tan solos, entre tanto misterios! Necesitamos milagros, muchos milagros para creer. Aunque solamente sean trocitos de milagros, que nos permitan vivir una vida, con más vida e independencia. Y confiemos en que la ciencia pueda, un día, llevar a cabo el milagro que tanto necesitamos.

jueves, 27 de agosto de 2009

CASA DE HUÉSPEDES

En la mayoría de las pensiones, o casas de huéspedes se acaba viviendo en un calido ambiente familiar, con confianzas, desahogos y broncas, igualito que en casa, el mismo comportamiento que suele tener una familia normal y corriente. Yo no olvidaré nunca una de las muchas pensiones donde he vivido, por lo bien que lo pasé allí, y por todas las cosas divertidas que allí ocurrían, por los personajes tan estrafalarios que la frecuentaban, y que, en muchos casos arribaban allí huyendo de la soledad, buscando un poco de compresión y calor humano. La dueña de la pensión era una señora viuda y ya vieja, con una hija algo despistada, que la había dejado el novio; los huéspedes fijos eran: un telegrafista, joven, un señor mayor, que trabajaba en una imprenta, que decía ser anarquista y que sin vino no decía ni pío, un jubilado viudo, sin hijos, que se vino de Madrid cuando murió su mujer, y un servidor; los fijos de los domingos, estos sólo iban a emborracharse, pues la patrona vendía botellas de vino a la gente para que lo tomaran en la camilla del comedor, eran todos mayores: un barbero, que decía que era republico, un tendero, monárquico, y un cobrador, bolchevique; y entre los no fijos, gente de paso, algunos, y en su mayoría personas que se hospedaban algunos días, 5 ó 6 veces al año.
El anarquista, se emborrachaba los domingos con el republico, el monárquico y el bolchevique, se peleaban, se liaban a mamporros y todos terminaban rodando por el suelo, la patrona y la hija tratando de poner orden, el señor viudo encerrado en su habitación, porque en alguna ocasión le habían zurrado, y el telegrafista y yo, en la puerta preparados para correr a por la policía municipal, que algunas veces tuvieron que intervenir. Esto se repetía cada domingo.
Entres los clientes no fijos estaban: un curandero, un jugador profesional de cartas, un viajante de pinturas, sordo como una tapia y pesado, muy pesado, un jubilado viejísimo, que estaba todos los meses unos días en la pensión para irse de putas, feriantes, muchos feriantes, que ensayaban sus trucos en el patio, el pastor y la tuerta, mujer del empleado del pastor, y que pasaba algunos días acostándose con éste… Podría seguir, pero la lista sería interminable.
Desde entonces han pasado más de 40 años, tiempos duros, arrastrabas la vida como Dios te daba a entender, y la soledad y las frustraciones hacían que las personas tiraran de la existencia de cualquier manera. Y a pesar de todo, recuerdo aquellos tiempos y aquella pensión de locos, con nostalgia, y a sus personajes con mucho cariño.

miércoles, 26 de agosto de 2009

AMOR.

Hace cuarenta años que los conozco, y ni siquiera sé como se llaman. Miles de saludos sin nombres, miles de sonrisas de misterios. Vivimos sin conocernos, pasamos, vamos, venimos sin vernos. Pasa el tiempo, y sigue el misterio. Y cuando ya no soy joven me entra el miedo a dejar de verlos sin llegar a conocerlos. Siempre, ayer y hoy, los he visto pasear cogidos de la mano. Ajenos a lo que pasa fuera de ellos, ajenos al amor que se rompe, a la pasión que se acaba. Necesito verlos cada día para recordar que el amor existe, que se rejuvenece a cada instante. Pasan por mi lado, me saludan y me sonríen como queriendo revelarme el secreto, el secreto de sus nombres. Ya no lo quiero saber, porque, de tanto pensar, los adivinos, y bordados con caricias veo en mi mente los nombres de Amor y Entrega.
En estos tiempos de usar y tirar, hasta los sentimientos envejecen pronto. Nada dura más allá de la novedad. Apenas estrenados, se rompen contratos y se incumplen promesas. No hay nada sagrado que nos obligue a guardar fidelidad. Con los sentimientos se mercadea, o se ofrecen al mejor postor, al que mejor pague, al que mejor imagen ofrezca, o al que mejor mienta.
Nos queda la esperanza. Mientras haya ancianos enamorados, con las manos enlazadas, y los sentimientos ardiendo en la misma llama, habrá esperanza. Adiós amigos, adiós pareja. Que el amor siempre os acompañe.

martes, 25 de agosto de 2009

ENTREVISTA TV.

Como si nada hubiera pasado, aquí estoy de nuevo. Gracias, Dolores, por tus comentarios, me han hecho mucha ilusión. Empezamos:


Me pasó un día que me hicieron, en directo, una entrevista en televisión, al ser la primera vez que me veía en semejante aprieto, llegué a plató algo nervioso, nervios que amentaron cuando vi tantos focos, tantas cámaras, tanta actividad de gente corriendo de un lado para otro gritando órdenes, pero cuando se hizo el silencio para empezar a grabar, cuando el presentador echaba un último vistazo al guión, en ese instante comencé a tranquilizarme, y de pronto, como en una ráfaga, me vi sentado allí, entre el público, había pasado de entrevistado a espectador, y yo, como si quisiera quedar bien a sus ojos, me tranquilicé inmediatamente, deje de verme en la butaca y de ver todo lo que me rodeaba, solo quedamos el entrevistador y yo, en una distendida y amigable charla. Gracias a la profesionalidad del periodista, los medios técnicos y la ayuda del espectador de la butaca, la entrevista fue un éxito.
Gran misterio el de la mente humana ¿De qué extraños mecanismos se vale para acudir en nuestra ayuda? Nunca sabremos hasta donde podemos llegar, lo que somos capaces de hacer, cierto que en nuestras vida influye, en un elevado porcentaje, la pura sugestión, pero si la mente no tuviera el mecanismo adecuado, no habría sugestión, y esta, en ocasiones, nos hace ver un hecho ficticio con la misma fuerza de un hecho real.
No creo todo lo que imagino, pero no niego la fuerza de la imaginación, ni esas extrañas sensaciones que nos dan el ánimo y la fuerza que no creíamos posee.

sábado, 8 de agosto de 2009

MUY VIEJO.

Soy muy viejo, y a esta altura, mi vida son los recuerdos, hubo vida en el pasado, pero hoy solo hay recuerdos, montones de recuerdos, cachos de recuerdos, surgiendo de cualquier forma y en cualquier momento, la vida se acaba y los recuerdos se mueren, quizás, todos no mueran, no mueren los que se hicieron palabras y se instalaron en otras vidas, esos nos sobrevivieron. Viviremos mientras nos recuerden, luego, todo se acabo. Los viejos cuentan historias en las que ellos son los protagonistas, los personajes principales, los mejores, los héroes más valientes, los mas luchadores, los más grandes aventureros, los más inteligentes, los que más amores han tenido..., y si la historia queda bien, pasara a formar parte del repertorio de historias que contaran miles de veces, hasta conseguir que la historia sobreviva a su protagonista, y así, estamos un poquito más cerca de la inmortalidad. ¡Que viejo soy, santo Dios! Si pudiera regenerar mi cuerpo con el poder de mi mente, alguna persona, imagino que joven, dice que la vejez esta en la mente, sí, mi mente piensa como una de 20 años, sin embargo, mi cuerpo funciona como uno de 90. Mi cuerpo y mi mente son como dos desconocidos, cuando se encuentran no se dirigen la palabra. La vejez la tengo en todo el cuerpo.






Durante un par de semanas permanecerá cerrado este chiringuito, así que me despido hasta el día veintitantos de agosto.
Un abrazo,

NO HUBO BODA.

Vestido para oficiar la ceremonia, el cura recorría la sacristía a grandes zancadas, mirando constantemente el reloj con números romanos que colgaba de una de las paredes, y de cuando en cuando, se acercaba al altar mayor de la iglesia, y echaba un vistazo a la puerta de la entrada, donde, a contraluz, se recortaba la imagen de blanco de una novia, rodeada de numerosos invitados, tan pendientes, todos, del reloj, como el cura. A medida que pasaban los minutos, el nerviosismo era mayor. Había pasado casi una hora y el novio no aparecía. La novia miraba a todos lados impaciente y asustada, en tanto, con una mano sostenía el ramo y se mordía las uñas de la otra. El padrino, padre de la novia, sudaba y se metía y sacaba las manos de los bolsillos del pantalón, al tiempo que consultaba el reloj, los familiares se movían inquietos por delante de la puerta de la iglesia, ya empezaban a formarse corros, a hacerse comentarios, primero de preocupación, luego de incertidumbre, para terminar en veladas, al principio, amenazas, y abiertas al final, todo ello teniendo como protagonistas al novio y al reloj.
Los invitado habían empezado a impacientarse, y muchos de ellos, no tenían otra preocupación que el banquete, que, viendo el desarrollo de los acontecimientos, sería suspendido. Yo si estaba muy preocupado, porque, además de ser el fotógrafo, era amigo del novio. El cura apareció en la puerta y dirigiéndose a la novia y al padrino dijo que no podía esperar más. La novia comenzó a llorar, con suavidad le caían las lágrimas por la cara, abriendo surcos en el maquillaje, y hasta las flores del ramo se marchitaron, un hermano de la novia y algunos amigos gritaron; ¡Vamos a por ese sinverguenza! Uno de los amigos exhibió una navaja de grandes dimensiones y a por el novio se fueron. La calle quedó sola, no hubo novio, no hubo boda. No sé porqué yo, el fotógrafo, esperé un rato más en la puerta de la iglesia, hasta que una persona que pasaba me dijo que el novio había huido, con lo que se disiparon las últimas esperanzas de hacer aquel reportaje de boda.

viernes, 7 de agosto de 2009

SÍNTOMAS.

Me gustaría acertar describiendo correctamente los síntomas de mi enfermedad, sin términos médicos, porque no los conozco, ni me interesan, será una descripción de calle o de andar por casa, algo sencillo que se entienda y se comprenda.
Para mi es imposible coordinar un movimiento, y mucho menos con los brazos en aire, con los brazos apoyados en alguna parte, puedo coger algunas cosas, después de innumerables intentos, la mano derecha, cogida con la izquierda, se dirige al objeto, cuando va a llegar cambia el rumbo, y cuando lo toca se produce una especie de descarga eléctrica, y tengo que sujetarlo fuerte para que no salga disparado. Esas descargas se pueden producir en cualquier momento que tenga algo en la mano, algunas veces, son muchas seguidas, como si el brazo hubiera tomado vida propia. Los dedos se ponen rígidos solo con el contacto del objeto, y me pasa como a aquellos payasos de circo que intentan coger el sombrero, le dan con el pie y lo alejan, a mi me pasa lo mismo, le doy a las cosas con la punta de los dedos y lo alejo. Los líquidos los tomo con una pajita, no puedo tocar el vaso con las manos, vertería el líquido, cojo la pajita con los labios, y en los intentos muevo mucho la cabeza, me pongo muy rígido con el esfuerzo. Comer, para mi es el peor momento del día, porque para vivir necesito alimentarme, y la verdad, algunas veces no sé cómo. De alimentos con caldo, ni hablamos, cuando como con cuchara, como poco, ya que la cuchara llega casi vacía a la boca, la tomo con la mano derecha, sujeta con la izquierda, las muñecas apoyadas en el borde de la mesa, y no llevo la cuchara a la boca, llevo la boca a la cuchara, que al inclinarse vierte toda la comida, y por último, si hay suerte y buena puntería, terminará en la boca, si no, en la cara o en una oreja. Con el tenedor, la misma mecánica, a diferencia que del tenedor no se caen los alimentos al ir pinchados. De pan, como colines, porque el pan, pan, se me desmorona en las manos.
Con el soporte de una mesa este es mi comportamiento.
Todo mi cuerpo se agita con el temblor, soy como esos muñecos de muelles que se mueven nada más tocarlos. Estoy como electrificado, pero además con los cables pelados haciendo cortocircuitos por todos lados. Muevo la cabeza, los hombros, los brazos, las piernas, y yo creo que hasta los pensamientos se me mueven. La voz, se mueven las notas en el aire, bajas, muy bajas, confusas, muy confusas, pastosa y desagradable. Puedo ponerme de pie agarrado a alguna cosa, pero un instante, puedo dar unos pasos ayudado, no tengo equilibrio. Y en la silla de ruedas estoy muy bien, como los brazos van caídos los muevo menos, y no separando las manos de los aros, les doy bien.
Forzando la postura me pongo rígido y tiemblo mucho más, no me puedo peinar, ya que tengo que levantar los brazos. Un acto tan simple, para mi es un imposible.
Si consigo estar totalmente en reposo, incluidos los pensamientos, puedo estar casi quieto.
Pienso que, aunque sea en una pequeña porción, en todas las enfermedades hay componentes sicológicos que la agravan, ese dicho de “coger miedo” es cierto, a mi me pasa que si un día hago una cosa mal, al día siguiente me sale peor, como si la mente archivara sólo fracasos para sacarlos en el momento más inoportuno.
Mi cuerpo sólo tiene mal el sistema eléctrico, todos los demás sistemas funcionan perfectamente, o eso creo yo, y así será mientras pueda, pues no tengo ningún interés por saber de que me voy a morir, y total como mi enfermedad no tiene cura ni tratamiento, pues eso, para que me voy a amargar la vida.
Este soy yo, y esta es mi enfermedad, el nombre, no estoy seguro que sea el que tiene, eso se lo dejo a los profesionales, si creen que deben rebautizar, que lo hagan, pues entre 300 ó 400, alguno podrán elegir, y si no, que se quede con el que tiene, que más da, si total, no hay solución.
No, no he olvidado el nombre, es que no quiero influir.
Agradeceré cualquier remedio que pueda mantenerme tranquilo, pero, eso si, sin adormecer mi mente.

jueves, 6 de agosto de 2009

EXPOSICIONES DE FOTOS.

Para mí montar una exposición de fotos nunca ha sido un problema, o he tenido abundante material en archivo o he hecho las fotos, y listo, pero esta vez tengo que admitir que me ha resultado mucho más difícil, pues una gran parte de las imágenes para la exposición tenía que hacerlas desde la silla de ruedas, cosa muy complicada, teniendo en cuenta que todas las tomas estarían hechas desde un punto de vista muy bajo y serían muy iguales, parece, no obstante, que logré, que el efecto pasara desapercibido para el público. Fueron dos exposiciones simultáneas en distintos sitios y de diferentes motivos, de un tamaño 40x60, montadas y laminadas, con marco estrecho negro, y los fotos mitad en blanco y negro, mitad en color, y un total de 122 fotos. Tuvieron un éxito que yo jamás hubiera imaginado, quizás debido un poco a la prensa y televisión local y autonómica, que se volcaron, lo cierto es que durante el mes que duró, fue visitada por miles de personas. El reto fue muy importante, hacer fotos desde una silla de ruedas no es fácil, bueno, hacer fotos malas se hacen desde cualquier parte, pero fotos aceptablemente buenas, ya es más complicado.
Tengo muchos proyectos, pero realizables al cien por cien, muy pocos. No por eso voy a dejar de intentarlo, quién saber, a lo mejor, no son tantos los imposibles, el ser humano tiene muchas más posibilidades de lo que creemos, y sólo la muerte pondrá el punto final, y el cese de toda actividad.

miércoles, 5 de agosto de 2009

NADA MÁS QUE UNA SILLLA DE RUEXDAS.

La realidad, nuestra realidad, esta ahí, en la silla de ruedas, pero el problema, el gran problema esta en nuestro llanto encima de ella, y por desgracia, también el llanto es real, y solo hay una forma de combatirlo y no es otra que con el pensamiento y la voluntad, cambiando de aptitud. Debemos potencial nuestra moral y autoestima, estar siempre vigilantes para que no se nos cuele, por ninguna parte, ni el mínimo soplo de desaliento, aún a costa que, quienes nos tratan, nos vean como unos prepotentes. Huyamos de dar lástima o compasión, vayamos por el mundo orgullos en nuestra silla de ruedas, y veremos como, al fin, la gente te ayudaran por solidaridad, la solidaridad que un ser humano debe a otro ser humana. Queremos la igualdad, pensemos como iguales, nunca como diferentes, empecemos a cambiar nuestro modo de pensar y cambiará nuestro concepto de la vida y del mundo. Somos útiles si se nos da la oportunidad, luchemos por esa oportunidad. No podemos seguir esperando que nos lo den todo hecho, hagámoslo nosotros, y, si es necesario, seamos la mosca cojonera de la administración. No hay una persona minusválida que no sea útil, muy útil, para alguna actividad, todos conocemos algunas, yo recuerdo una chica ciega total que trabajaba en el cuarto oscuro de un laboratorio fotográfico, ¿podía un vidente rendir y hacerlo mejor que ella? Todo consiste en crear o buscar el trabajo adecuado para la persona adecuada. El trabajo es la mejor terapia para todos, que duda cabe, es una buena fuente de salud, los parados son los que más visitan al médico. En el caso de personas con minusvalía su problema llega a ser casi inexistente cuando tiene una vida laboral segura, aunque este en silla de ruedas.
Insisto, sin embargo, en que no debemos de bajar la guardia, y no darle cuartel al desánimo o desaliento, esta es nuestra guerra y nosotros debemos ganarla, y no importa que no nos beneficiemos directamente, en nuestra satisfacción esta el beneficio.
EL Estado, las Administraciones y la sociedad en general, se van concienciando de nuestro problema, y lo afrontan con leyes, planes, proyectos, todas medidas, para la integración y mejora de nuestras vidas.
-Pero, mis limitaciones son mías, mis penas son mías-, no obstante, se puede cambiar el pensamiento para que el dolor no sea tan grande, para que las penas sean más llevaderas, y quien sabe, puede que sonrías feliz en tu silla de ruedas.

martes, 4 de agosto de 2009

BOHEMIO ROMÁNTICO.

Siempre me he tenido como un bohemio romántico, gente excéntricas, no obstante, solamente tengo pequeñas excentricidades, y no es de lo que hago, es de lo que no hago, por ejemplo no me gustan los adornos en mi persona, no me gusta ponerme cadenas en el cuello, ni pendientes en las orejas, ni anillos en los dedos, ni relojes en las muñecas, no me gusta la ropa lujosa o vistosa, huyo de toda exhibición o alarde, me gusta la sencillez y naturalidad. Por eso deseo que cuando me muera mi entierro sea sencillo, que pase casi desapercibido, pocas coronas, pocas flores, con ceremonia religiosa, sí, porque soy católico, mi familia sin luto, que no me incineren, pues tengo la esperanza que un día, pasado mucho tiempo, encuentren un trozo de mis huesos y le pueda ser de alguna utilidad a la humanidad, y, por último, quiero que me entierren en un nicho o en el suelo, jamás pongan lápidas, ni adornos de ninguna clase, sólo pondrán mi nombre y apellidos, y fecha de nacimiento y muerte, con pintura negra en el fondo blanco de cal. Quiero que mi muerte este acorde con mi vida.
Nunca me he sentido propietario de nada, no he sido esclavo de nada, he sido responsable sin muchos bienes que defender, y si he conseguido algo, cuando lo he conseguido, ha sido gracias a el esfuerzo personal, no se lo debo ni a las ayudas ni a la suerte. ¿Tengo miedo a la muerte? Creo que no, que el miedo que tengo es a la enfermedad, al sufrimiento, y un poco, porque no, al misterio.

lunes, 3 de agosto de 2009

ATAXIA ESPINOCEREBELOSA.

Soy enfermo de una guerra, algún día lo contaré, cuando tenía 18 años mi sistema nervioso perdió su estabilidad y salto en pedazo y en cerca de dos años que permanecí ingresado en hospitales militares se buscaron muchos nombres para una enfermedad que, aún hoy, no se tiene claro como se llama, al final, le pusieron Parkinson, y de esa manera se llamó durante cerca de 30 años, y se le puso el tratamiento propio de esa enfermedad, hasta que un día en la Seguridad Social, después de reconocimientos y pruebas, un médico-neurólogo dijo que era Ataxia Espinocerebelosa, sin antecedentes familiares y de origen desconocido; me recetaban alguna cosas, que yo tomaba obedientemente, un día me enteré que mi enfermedad no tenía ni tratamiento ni cura, y dejé en ese momento de tomar medicinas. El neurólogo me ve cada dos o tres años, el hombre no sabe que decir, habla, pregunta, yo pienso que para justificar el tiempo de visita, me despido y salgo a la calle a seguir patrullando en mi descapotable. Tal vez en alguna visita tenga suerte y me encuentre con que se ha inventado algo para mí, no pido mucho, sólo algún calmante que me tranquilice en momentos puntuales, como asearme, comer, etc, y no hay nada, absolutamente nada. En la silla de ruedas llevo sobre 6 años, y la verdad, que aunque no soy plenamente feliz, mi descapotable y yo nos llevamos bien, somos como dos enamorados, siempre vamos juntos, no podemos pasar uno sin el otro. Últimamente, pienso muchas tonterías relacionadas con mi enfermedad, por ejemplo, que medicinas indicadas para el Parkinson, podrían haberme perjudicado, por ejemplo, un día me preguntó el médico si en la campaña bélica en la que había participado, se usaron armas químicas, contesté que no, sin embargo recuerdo que entre nuestro equipo iba una máscara antigás, eso y el origen desconocido de mi enfermedad me llevan a pensar tonterías muy raras. Tonterías.

domingo, 2 de agosto de 2009

IDEALISMO Y FANATISMO.

Los fanáticos se confunden con los idealistas, y los idealistas con los fanáticos. El idealismo llevado al extremo, es fanatismo, y el fanatismo solo ve en una dirección, todo es malo, menos lo suyo, todos están equivocados, menos ellos. Las ideas no se defienden, se imponen, o estas con ellos o en contra de ellos, no puedes estar en el medio, observando a unos y a otros, porque los dos bandos te llamarán chaquetero, y, sin embargo, el político profesional tiene la habilidad de cambiar de chaqueta sin que, apenas, lo noten los votantes. Y cuando deciden eliminar a un camarada se monta una campana de desprestigio, y se le hace el vacío, táctica usada en casi todas las asociaciones humanas, y asunto concluido. Cada idealista arrastra a miles de pequeños y sencillos, e ilusionados idealistas, pero también un sin número de sinvergüenzas y aprovechados, que vigilan y a la menor oportunidad se apoderan de la idea para convertirla en un negocio, su negocio, y lo que iba a ser beneficioso para la sociedad, acaba siendo una propiedad privada o la finca del político, familia y allegados, y todavía, tienen seguidores, interesados fanáticos, pero seguidores al fin y al cabo. Parece cosa de locos que haya personas que aplaudan con entusiasmo el delito y al delincuente. Quizás sean personas que piensen que quién no ha metido la mano en la caja, es porque no la han tenido cerca. Y no trates de convencer, al fanático no le puedes hacer ver otra realidad, el único Dios verdadero es el suyo, todo lo demás es mentira.
Para un viejo, como yo, el mundo es casi un desconocido, no, yo soy un desconocido en el mundo, mis ideas, mis costumbres, mis conocimientos, todo esta caducado, hasta dudo de si mi experiencia vale para algo. Vivimos con las ideas de los jóvenes, quisimos cambiar el mundo y cedimos demasiado, ahora es tarde. Los valores éticos han sufrido un descalabro, han desaparecido o han cambiado tanto que no se parecen en nada a lo que eran. Ahora es bueno lo que antes era malo, bonito lo que era feo...El mundo no es peor, no es mejor, es diferente, y yo pienso, como es lógico, como lo que soy, un viejo. Viendo en los medios informativos la marcha de las cosas, te da vértigo a la velocidad que se suceden los acontecimientos, y que poco valor tienen la vida, la intimidad, el honor... Y los gobiernos hacen leyes y más leyes, que apenas se llegan a usar, sobre la marcha se ve si son buenas o malas, y si no dan resultado, se hacen otras. De toda forma, hoy se vive mejor que ayer, tenemos lo más grande que pueda tener el ser humano, la libertad.
No quiero seguir divagando más por hoy, total, haga lo que haga, voy a seguir siendo un viejo, con las ideas muy desordenadas, pero no chocho. Ni el corrector ortográfico admite que yo este chocheando.

sábado, 1 de agosto de 2009

LICENCIADO DEL EJERCITO.

Soldado de la guerra de SIDI IFNI. 1957-58.-
El Ejército tuvo conmigo el mismo comportamiento que tienen algunos empresarios de hoy, que aprovechan la enfermedad del obrero para comunicarle en el hospital la finalización del contrato. De la misma manera se me despidió a mi, y eso que yo, como voluntario en el Ejército, tenía la opción de renovar contrato, pero hasta eso se me negó, no sé si firme algo, si lo hice, se me engañó. Un día me comunicaron del Hospital Militar de Sevilla, donde estaba ingresado, que se veían obligados a darme el alta porque había sido licenciado. Así de simple. De nada sirvieron mis protestas, de nada mis entrevistas con mandos militares, mi problemas corrió de departamento en departamento, hasta terminar, sabe Dios, donde.
Ya licenciado, y antes mi situación de salud y abandono, y sobre todo, de mi insistencia, conseguí ser ingresado en el Hospital Militar, Gómez Ulla, de Madrid. Después de un año en este Centro, pedí el alta voluntaria, y acabó todo contacto con el Ejército.
En algunos momento muy apurados de mi vida me dirigí a Ministerios, Sindicatos, Delegaciones de cualquier cosas, etc., haciendo valer mi condición de enfermo de guerra, pero nunca, ni en ningún sitio me hicieron caso, aparte saludas y comunicados que decían: “su petición es aceptada y con la misma fecha es enviada a ...” para terminar con aquello que quedaba tan bonito: “cuya vida, Dios guarde muchos años” Entonces se les suplicaban cosas a los personajes importantes de la vida pública, no sé si perdura la costumbre, creo que hoy somos más de demandas, pleitos, juicios, contenciosos
Para terminar con el tema, diré que en los años 90, llevé a los tribunales, no recuerdo a quién, al Estado, al Ministerio de Defensa o al Ejército. Perdí el juicio, como era de esperar, en el fallo se hacía referencia a una ley de 1985, creo, según la cual se reconocían las enfermedades adquiridas en el Ejército, a las adquiridas con anterioridad no se les reconocían derechos de ninguna clase.
Para cerrar definitivamente la cuestión, me conformaría con un reconocimiento, y un comunicado, o lo que sea, que dijera: GRACIAS POR HABER SOBREVIVIDO SIN LA AYUDA DEL ESTADO.