viernes, 31 de julio de 2009

UNA JUSTIFICACIÓN.

Cuando empecé a escribir este blog me hice la promesa de no leer lo que voy escribiendo, ya que de hacerlo no tendría valor para seguir diciendo tantas tonterías. El orden es el mismo, o parecido, al que se produce en la mente, los pensamientos surgen de cualquier manera, un caos. Si hay algún valiente que tenga el coraje de leer lo que escribo, que cuente con mi sincera felicitación, y un ruego, que ordene un poco los signo de puntuación.

jueves, 30 de julio de 2009

PRISAS.

Hoy en día vivimos en los tiempos de las prisas, todo el mundo tiene prisa por llegar a alguna parte, y la misma prisa por marcharse. La gente viajan mucho y mientras más lejos mejor, lástima que muchas personas lo hacen como paquetes, solamente ven autovías, aeropuertos, hoteles o complejos turísticos, playas, y los detalles los ven en televisión. Los trayectos no se disfrutan, como si no existieran o no hubiera nada de interés, el que puede duerme, el que no, lee o piensa en las masarañas, y el conductor, a mirar el asfalto de la carretera y a hacer kilómetros, que es lo suyo, ninguno prestará atención, no hay nada interesante, lo único que importa es llegar pronto al destino. Las autovías y autopistas te sugestionan con la velocidad, son frías, desconsideradas, no eres nada más que un coche con prisa, en cambio las viejas carreteras son mas románticas, más acogedoras, más entrañables, en una palabra, más humana, y hasta el paisaje parece más bonito, y para ellas siguen existiendo el pueblo, con la taberna que visitamos cuando pasamos por aquí, en la que un abuelo, una señoras o chaval, nos sirven manjares distintos a lo que estamos acostumbrados, hasta nos sobra un rato, para mantener una charla, y decimos adíos con la promesa de volver otro día. Estos pueblos volvieron a perderse en lo más recóndito del paisaje, viviendo ignorados y olvidados, porque el progreso que circula por la autovía tiene prisa.

miércoles, 29 de julio de 2009

VACACIONES

He pasado una semana de vacaciones en un hermoso pueblo de Almería. Para una persona con un razonable deseo de independencia y en silla de ruedas, no es el lugar más adecuado, porque dependes mucho de otras personas, son muy pocos lugares a donde pueda uno acceder solo. En algunos sitios se han eliminado barreras, pero más bien parece porque queda bonito, por cuestión comercial, de imagen o sencillamente, para salvar un trámite administrativo. Las rampas son muy difíciles de subir, y desde luego, imposible sin ayuda. Bueno, es lógico que las cosas se hagan pensando en la mayoría, que son los sanos, los autosuficientes hoy, pero, tal vez, minusválidos mañana, ¡es tan frágil nuestro cuerpo! Entonces, construyamos ciudades cómodas y seguras para la mayoría y la minoría, que, afortunadamente, parece que esa es la líneas que se sigue, aunque con lentitud, y algunas veces mal, o puede que los que necesitamos de esos cambios seamos unos impacientes.
¡Claro que no me quejo de mis vacaciones! Lo he pasado estupendamente. Hasta he montado en barca de pedales, no fue fácil llegar hasta la playa con la silla, las ruedas se pinchaban en la arena, pero con ayuda de la familia llegamos al agua. Toda una aventura. Nuestro Hotel estaba cerca de la playa, en un enclave de ensueño, desde nuestra habitación se podía contemplar casi todas las instalaciones del Hotel: a nuestros pies, la terraza llena de mesas y de sillas, a continuación, las piscinas rodeadas de césped bien cuidado, y tumbonas, muchas tumbonas con infinidad de cuerpos tostados por el sol o relucientes por el agua de las piscinas, y al fondo, se veía el mar y allá donde desaparecía el azul del agua, recortándose en el horizonte, podía divisarse un barco, que yo suponía era una patrullera o un remolcador. Y si mirabas a los balcones, cuán la calle de un pueblo en fiestas, la vista era de multitud de coloridas toallas puestas a secar en los balcones.
Sobre las 7,30 de la mañana bajaba a la zona de las piscinas, y en mi descapotable daba una vuelta por las instalaciones. Después empezaban su faena las mujeres que limpiaban la terraza y el césped, todas con chaqueta azul y cuello blanco, con el pelo recogido en un moño, unas eran rubias, muy rubias, blancas, negras, cobrizas, se notaba que hablaban distintos idiomas, pero todas se esforzaban en hacerse entender en español; hablaban con cariño y nostalgia de parientes y amigos y proyectaban con ilusión vacaciones a países lejanos. Me saludaban o correspondían a mi saludo con amabilidad, y yo diría, hasta con alegría, porque a pesar de la disparidad de países y condiciones, es emocionante que un ser humano corresponda a otro ser humano.
Algunas mañanas no acompañaba a mi familia, ellos a la playa, yo prefería recorrer el hotel, me divertía subiendo y bajando en los ascensores, entrando en internet, leyendo el periódico, tomando algún café o jarra de cerveza en la cafetería, en fin, pasaba la mañana entretenido; otras, me acompañaba mi mujer, y a la hora de comer nos reuníamos en el comedor, en la misma mesa, los nueve miembros de la familia:
hijos, esposas, nietas, mi mujer y yo. Somos una familia muy unida, donde las únicas reglas son la libertad y el respecto de unos hacía otros. A la hora de comer tengo grandes dificultades, como era bùffer, mi mujer iba poniendo en la bandeja los alimentos que yo le iba indicando, y procurando que fuesen sólidos para que yo pueda pincharlos con el tenedor; a veces me tiembla mucho la cabeza y las manos, y no puedo comer lo que quiero sino lo que puedo, hay muchos alimentos proscritos en mi dieta por la imposibilidad de llevármelos a la boca, pensaran que porque esos días malos no me dan de comer, a lo que yo contesto diciendo: hoy, no, mañana, no lo se, prefiero no comer, o hacer huelga de hambre contra mi mismo, luchar un poco más antes de entregar el resto de mi dignidad. Los líquidos los tomo con pajitas, no se paladean como a sorbo, pero a todo se acostumbra uno.
Apenas nos dimos cuentas, las vacaciones y el dinero tocaron a su fin, y de nuevo nos encontramos instalados en nuestras vidas, en nuestros quehaceres, en nuestra lucha diaria, como si nada hubiera pasado, como si los 700 kilómetros que nos separaban del lugar de vacaciones fuera solo eso, distancia.
Anoche soñé con los San Fermines, me vi corriendo en mi descapotable delante de los toros, la gente corrían, y en un momento, me creí que corrían más de mi que de los toros, y para completar el sueño, también vi las imágenes en televisión, y la verdad, me vi un poco apurado dándole a las ruedas. Que cosas más raras se pueden soñar, son deseos que jamás se convertirán en realidad.

martes, 28 de julio de 2009

...y puestos a soñar.

...y puestos a soñar, me gustaría, de cuando en cuando, abandonar mi cuerpo estropeado y entrar en uno virtual, pero, ojo, con el potencial de mi mente. Con él viviría todo aquello que de otra forma sería imposible. Podría andar, correr, saltar, bailar, y con ello, embarcarme en apasionantes aventuras, poner en macha proyectos abandonados o jamás empezados, en una palabra tener planes, tener metas, tener vida...Y todo eso con las mismas dificultades de la vida real, los mismos, temores, dudas, incertidumbres, los mismos sentimientos de rabia, de impotencia, los mismos de dolor, pena y tristeza, los mismos de alegría, de placer, los mismos de amor...Sin ventajas, como la vida misma. Todo igual, la única ventaja es que del cuerpo virtual, casi como de un sueño, puedes salir cuando quieras, volviendo a tú realidad.
La vida esta en la mente, pero necesitamos el cuerpo para vivirla-
Necesito un cuerpo, y ya puestos a pedir, que sea joven y este bien hecho.
Si la vida es tiempo, y el tiempo es insaciable en su voracidad, si lo mismo devora penas como alegrías, enfermedad como salud, fealdad como hermosura, miseria como riqueza, si hagamos lo que hagamos vamos a ser engullidos, borrados para siempre de la realidad, de la vida, como si nunca hubiésemos vivido, como si fuésemos producto del sueño de un ser que este por encima de nosotros, ¿por qué preocuparnos con problemas que no tienen solución?¿porqué no sacamos un mejor provecho al tiempo que nos ha tocado en el reparto, y al no saber de cuanto disponemos, pongamos de nuestra parte, en la medida de nuestras posibilidades, los medios necesarios para ser felices, y esa felicidad les llegue, en la misma cantidad, a todos cuantos nos rodean? Por indicios, creemos adivinar cuando vamos a empezar y dejar de ser felices, pero de verdad, de verdad, nunca lo sabremos, Nos faltará vida y nos sobrará dinero. Sin embargo, no debemos ser negativos, ni fatalistas, no debemos de anticipar desgracias lejanas, acontecimientos que, tal vez, sólo estén en nuestra imaginación, que nunca se produzcan, y si se producen, sea de forma distintas, en forma e intensidad a como los imaginamos. Suframos las penas cuando nos lleguen, y así, el dolor será más cortos y el tiempo de felicidad más largo.
Las personas que tenemos problemas de incapacidad debemos de llevar una vida muy organizada, tenemos, en cada momento, que saber cual, y por donde, será el siguiente paso. La organización hace nuestra vida más cómoda, agradable y segura, y contribuye a que nuestro equilibrio emocional sea más que aceptable, procurando tener la habilidad necesaria para no caer en la monotonía, algo diferente se podrá hacer, algo se podrá cambiar cada día, alguna novedad será posible introducir en las tareas, y sobre todo, hacer las cosas con mucho entusiasmo, como si fuera lo mejor y más importante de nuestra vida, y procurar no darse por vencido, intentarlo una y otra vez hasta conseguir nuestro objetivo, ¿y el tiempo?- no cuenta, para una cosa se necesita el tiempo que se necesita, y nosotros tenemos todo el del mundo. Entrenar nuestra mente, no dejar que campe a su capricho, someterla a nuestros deseos, que sea esclava de nuestra voluntad, y cambiar los pensamientos, los desagradables por los agradables, fuera todo aquello que pueda turbar nuestro ánimo, fuera todo aquello que pueda hacernos dudar. Nuestra incapacidad o minusvalía existe, es real, esta presente todos los momentos del día, ¿todos? En nuestra mente, no, entonces hagamos que se aleje esa imagen de incapacidad, no le concedamos más valor del que tiene, y ya que estamos condenados a vivir respirando de una determinada manera, al menos, permítasenos soñar con un milagro, en el que ni ciencia ni religión creen. Acostémonos con una ilusión y levantémonos con un proyecto. Sé lo que es vivir atado a una silla de ruedas, depender de una silla de ruedas, mirar a la gente desde una silla de ruedas, caerme y pedir ayuda, subir y bajar con ayuda, y, algo que me llega al alma, cuando un niño pequeño, desde su silleta o cochecito, al cruzarse conmigo, me mira fijo, atento, serio, girando o levantando la cabecita, como si quisiera conservar mi imagen y otro día recordar lo injusta que es la vida, y yo, en tanto, me pregunto: ¿qué pensará el niño? Y a pesar de mis problemas, y a pesar de mis pesares, la vida sigue, nada se detiene, nada se altera. Mi rabia, mi impotencia, mi desesperación la convierto en energía para mover las ruedas de mi silla, y así desahogo, y por malo que sea un día desearía detenerlo, poder conservarlo, porque estoy seguro que el siguiente será peor, mi enfermedad va progresando hacía la incapacidad total, pero, ¿porqué me voy a preocupar? Hoy, todavía, puedo sentir rabia, mañana, mañana, Dios dirá.
Mi amigo Pedro tiene Esclerosis Múltiples, esta en silla de ruedas desde hace 35 años, también su hermana, también su hermano. Pedro es feliz el día que nos encontramos por la calle y me remolca algún trecho con su silla de motor, yo soy feliz tomando un café con él. Juan, Enfermedad de Humgtinton, en silla empujada por su esposa o un joven inmigrante. Clara, joven, hermosa, agradable y coqueta, con una sonrisa permanente en sus labios, que se acentúa con la música de un piropo, en silla de motor. Remigio, Lesión Medular, paralizado de cintura para bajo, en silla manual. Y así podría seguir, porque somos legión los que patrullamos las calles en silla de ruedas. Aunque esta el drama individual, en conjunto se nos ve hasta felices, sin entrar, claro esta, en detalles, y es que después de carecer de lo más importante, somos felices con poco.
La fabricación de sillas de ruedas es un negocio en auge, se va perdiendo esa vergüenza ridícula que se sentía por ir en silla de ruedas, ya se acepta casi con naturalidad, al fin y al cabo, es una prótesis como otra cualquiera: si unas gafas te facilitan la visión, una silla te facilita la movilidad. Hasta hace poco la vista de una silla daba grima, repelús, y tenías que agotar todas las opciones, por malo que estuvieras, antes de sentarte en una. Hoy se fabrican excelentes sillas, muchos modelos, formas, diseños, algunas muy ligeras y resistentes, y en cuento con motor, hay para todos los gustos. Yo, sin embargo, discrepo totalmente en los precios, y en esos modelos a motor, grandes como tanque y pesadas como otro tanque. Tal vez haya alguna razón para fabricar esos mamotestros, yo, desde luego, no me subiría en una, pero, bueno, yo estoy chiflado.

lunes, 27 de julio de 2009

SIDI IFNI.-Navidades, 1957-58

Las Navidades de 1957 las pasé en Sidi Ifni, montando guardias en las trincheras, y aunque algún día que otro, se producían tiroteos, y aun sin que fueran las mejores de mi vida, tampoco estuvieron tan mal. De la Península empezaron a llegar aguinaldos de todas clases, algunos, muchos, llegaron después de Navidad, ya estropeados, los comestibles, tal como, los mantecados, turrones, etc. Pero llego el tabaco que nos enviaron las fábricas de Canarias, miles de cajetillas, y el vino y licores de Montilla, Moriles, Jerez, también miles de botellas, repartían cada dos o tres días, y que íbamos amontonando en cualquier rincón de la trinchera, ocupando el mismo espacio de las balas y de las bombas. Nuestras Navidades fueron de hacer trincheras y guardias, beber y dormir y pegar algunos tiros, y comer, más bien, poco, escribíamos cartas de felicitación Navideña a la familia
y que en muchos caso, te devolvían porque decías algo que la censura considera secreto militar. La felicitación a mi familia se quedó encima del montón de bombas, la censura me la había devuelto. Además de los moros, teníamos otros enemigos muy insidiosos y molestos, que eran los insectos, en grandes cantidades, pulgas y mosquitos...En aquellas posiciones tan alejadas del pueblo, con la desinformación que se practicaba, sabíamos muy poco del resto del territorio, sin embargo, nos enteramos que Carmen Sevilla y Miguel Gila habían estado en Sidi Ifni actuando para la tropa, la tropa guapa, claro esta, los elegidos, los que mejor quedaban en el NODO. De nosotros, los feos, no se olvidaron, nos montaron en camiones, por turnos, y nos llevaron al Cine Avenida a ver EL ULTIMO CUPLES. No, éstas Navidades no fueron malas, no fueron buenas, fueron distintas, esas Navidades que se recordaran siempre.

domingo, 12 de julio de 2009

AMIGO CIEGO

Mi compañero de patrulleo por las calles, es un ciego un poco mayor que yo. Cada mañana voy a recogerlo a la Plaza, alrededor de un kilómetro de mi casa, y partiendo de ahí, hacemos cada día 6 ó 7 kilómetro. Él empuja lo que puede, yo dirijo o conduzco el descapotable, y así, en cinco años no hemos tenido ni un percance, él confía plenamente en mi y yo me siento responsable de su seguridad, cuando vamos juntos jamás cruzamos por sitios indebido, ni invadimos calzadas, ni cruzamos con semáforos en rojo, en cambio, si voy solo no soy tan escrupuloso, y le tengo dicho que si alguna vez nota que hay algún peligro que suelte la silla, es preferible que me caiga yo solo, pero, repito, afortunadamente nunca ha pasado nada. Mi compañero es ciego de siempre, con bastón blanco, hombre culto y buen conversador, aficionado al fútbol, política y literatura, lee en braille, mientras paseamos nos enzarzamos en interminables polémicas, pero nunca hemos discutido de mala manera, ni nos hemos enfado. Por la calle nos encontramos gran cantidad de obstáculos, que sorteamos como buenamente podemos, y nuestras quejas consisten, de cuando en cuando, en un plante en mitad de la calle, poco tiempo para no entorpecer mucho el tráfico, pero suficiente para que la gente hagan comentarios del coche mal aparcado o de lo que nos impide el paso. Y también tomamos un café que otro, mi amigo, descafeinado,, que prepara él, yo, café solo con hielo, que me prepara el camarero, y me pone una pajita en el vaso. Hecho el recorrido marcado para ese día, volvemos al punto de partida, donde nos despedimos hasta el día siguiente. Y vuelta a empezar.

sábado, 11 de julio de 2009

EL SOLDADO

El soldado salía del pueblo y tomaba el camino que le conduciría a las trincheras, su aspecto era desolador y si no fuera por las armas que portaba, entre todos los sentimientos que pudiera producir, nunca estaría el de temor. Era casi un niño, imberbe y pequeñito, vestía una camisa caqui, rota y sucia, un pantalón en el mismo estado y color que la camisa, calzaba unas alpargatas viejas de espartos y sobre la cabeza, un gorro terminado en una borla, que le iba acariciando la frente, su atavío acaba en correajes, trinchas, cartucheras con balas, un machete, una cantimplora, una máscara antigás, todo ello sujeto al cinturón, y en la mano derecha, un fúsil Mosquetón, 7,92
Al final del pueblo y al resguardo de unas paredes medio caídas, jugaban unos niños a las canicas. El soldado se paró para ver jugar a los niños, estos, absortos en sus juegos, durante un rato no advirtieron la presencia del soldado, que seguía muy atentamente las incidencias del juego, se podía adivinar que en aquellos momentos le hubiera gustado mucho más jugar a las canicas que ir a hacer la guerra. De pronto, uno de los niños vio al soldado, y mientras se levantaba de un salto y corría despavorido, gritaba: ¡EL ENEMIGO! ¡EL ENEMIGO! Los niños corrieron en desbandadas, dejando las canicas esparcidas por el suelo, mientras el soldado murmuraba con amargura: ¡Vaya enemigo!

El enemigo era yo, Disancor.-
Un hecho real, en una guerra real, con muertos y heridos reales.-

viernes, 10 de julio de 2009

DIFICULTAD PARA COMUNICARME

--Mi incapacidad para comunicarme es cada día mayor, con la palabra mal y escribiendo, peor; hablando, si no se me presta bastante atención o estamos en un lugar con algo de ruidos, no se me entiende bien, eso que intento elevar la voz y vocalizar lo mejor que puedo, la gente, por otra parte, no escucha y si además tienen, muchos, la mala costumbre de completar mis frases, y cuando quiero decir si, ellos dicen, no; cuando quiero decir, blanco, completan con negrro; y si quiero decir bonito, ellos dicen feo, deseo contar una historia y sí una historia oigo, pero no la que yo quería contar; me lo tomo con humor, me parece hasta gracioso. Me parece que mi dificultad para hablar se llama DISARTRIA. En cuanto escribir, pues, no lo tengo tampoco muy fácil, tengo que hacer muchas filigranas para poner cuatro palabras; con la mano izquierda cojo por la muñeca la derecha, y con los brazos apoyados en la mesa y un dedo de la derecha voy apretando techa, dando a la que no es, dando a dos o tres juntas o repitiendo la misma, y sobre todo barrando y vuelta a empezar, y eso que voy eliminando acentos y signos de puntuación, aunque no me acostumbro, me parece una falta de respecto y consideración escribir tan mal, creo que terminaré, lo necesito, escribiendo, como los chavales escriben los mensajes de movil, que algo tengo inventar, y sino se me ocurre nada, escribiré menos palabras, y si no puedo escribir nada, bueno, ni por esas hay que desanimarse, porque por lo menos me queda la mente lúcida para poder soñar, Si la vida es tiempo, porque los sueños no pueden ser vida, si transcurren en el tiempo.

jueves, 9 de julio de 2009

ATAXICO

Pasear en silla de ruedas por las calles de las ciudades es toda una aventura, y acceder a muchos lugares, que incluso llaman accesibles, un reto de valor e ingenio, pero antes de seguir doy mi definición de LUGAR ACCESIBLE, que es todo aquel al que puedo acceder solo y sin la ayuda de persona alguna, si se tiene en cuenta que me muevo en silla de ruedas manual, se entenderá muy bien lo que digo. En las calles llaman eliminar barreras a rebajar los bordillos de las aceras, no por los sitios más adecuados ni dejándolos a nivel de calzada o haciendo rampas por donde corro el riesgo de caer de espaldas con la silla encima. Los bordillos rebajados son más peligrosos que los altos, porque los altos no intento subirlos, en cambio, los bajos, tomo impulso para elevar las las ruedas delanteras, y que ocurre, pues que si levanto mucho, da la vuelta para atrás y si levanto poco, pegan las ruedas pequeñas en el bordillo y voy de cabeza contra el suelo; esto hace que me plantee si ir por la calzada o por la acera, ya que en ambos casos corro peligro, en uno ser aplastado por algún coche, en el otro, con la cabeza rota por una caída, bueno, al menos puedo eligir. Las aceras son muy complicadas, tienes que subir y bajar, dar vueltas a esquinas, algunas son auténticas trampas, al final se estrechan, bordillos altos y no puedes dar la vuelta, y encima de ellas te encuentras de todo: obras, contenedores, coches, sobre todo coches cerrando el paso, o aparcados encima de los pasos de peatones, aunque hay pasos de peatones colocados donde los bordillos son más altos, con lo que llega uno a la conclusión que todo el mundo anda compitiendo a ver quien lo hace peor. No quiero olvidarme de centros, instituciones o negocios que dan dinero para la eliminación de barreras arquitectónicas y a las puertas de sus sedes o negocios hay un umbral altísimo o incontables escalones, que en muchos casos lo resuelven con un elevador que casi nunca funciona y además lo tiene que manipular un empleado de la casa, también se usan rampas de quita y pon, que si no me empujan no la subo, y si total tienen que ayudarme, pues, la verdad, sin rampa se termina ante. Yo no me enfado nunca y hasta me parece divertido ir venciendo obstáculos cada día, aunque no hay semana que no me caiga, tengo miedo de romperme un brazo, porque entonces me tendría que quedar en casa, ya que no podría darle a los aros de mi descapotable, y a mi me gusta pasear solo y además, pasear yo, no que me paseen; me gusta arrastrar mi propio peso y vencer las dificultades que estén para mí. Disfruto con todo lo q ue puedo hacer yo, directamente, sin ayuda, no obstante, y a la vista de mis limitaciones, acepto encantado y agradecido, todo el apoyo que la gente me brindan, aunque haya momentos que no lo necesito, pero, jamás rechazo el servicio que me ofrecen persona solidarias, muchas veces acepto por no desilusionarlas o defraudarlas. Voy por la calle y siempre hay quién me empuja una cuesta arriba, o me ayuda a subir un bordillo, o cruzar una calle. Pasa, de cuando en cuando, que estoy parado delante de un paso de peatones y llega una persona y me pasa al otro lado, y llega otra y me pasa al sitio donde estaba antes, y si no me moviera del lugar, seguro que me estarían pasando todo el día. Hace unos días esta parado al principio de la Avenida, mirando adelante, no iba a ningún sitio, estaba parado, descansando, llegó una señora y empujó el descapotable hasta el otro extremo de la Avenida, un kilómetro, le dí las gracias, y la señora tan feliz. Y todo esto me pasa porque no se me entiende bien cuando hablo.